14 mar 2010

Desdoblamiento pejotil II


Como ya hemos comentado en el apartado I, está claro que nuestro pejota puede tener no solo una vida, sino varias, y no en mundos paralelos, sino en la misma sala de estar. Es bonito imaginar que tu PJ tenga más de una versión de si mismo remasterizada por toda la web, distintos foros o juegos on-line. Y dentro de esas versiones ¿qué tipo de PJ es? Porque que tu pareja sea un paladín, un hechicero o un maestro Jedi mola, sobre todo si eso lo extrapolamos a la intimidad del dormitorio.


Hay algo que todas deberíamos establecer como principio, casi como derecho fundamental a nuestra condición: no pasamos por tener que ayudar a nadie a hacerse una capa para un vivo del señor de los anillos, si eso antes o después no desfila por nuestra alcoba. Una cosa es ser penejota y la otra ser idiota. Si ellos desean verse como un montaraz, no tenemos ningún inconveniente en imaginárnoslo como Viggo Mortensen. Es lo que se llama un “fifty-fifty”. Sí, sí… no os escandalicéis, a nosotras tampoco nos gusta llegar a hablar en estos términos, pero es que esto ocurre más veces de lo que parece.


Pero… ¿qué pasa cuando tu pejota elige, con una sospechosamente alta frecuencia, un personaje femenino para interpretar?.


A lo largo de nuestra vasta experiencia como observadoras de multitud de partidas, nos empezamos a percatar que el perfil de personajes de muchos pejotas era el de una mujer atlética de corta edad, afroamericana y de gatillo fácil. Eso nos hizo cuestionarnos muchas cosas.

¿Cómo se puede llevar a una chavala de 19 años con minifalda y Beretta en la mano y después volver a casa como si nada hubiera pasado?.


Nuestra seguridad y convicciones flaqueaban… esos rudos y barbudos pejotas acumulaban varias fichas de personaje con ese perfil. ¿Qué podría significar? ¿Acaso habían sido mujeres en otra vida?, ¿Sería esto consecuencias ineludible de ver Sarah Connor Chronicles ininterrumpidamente o de la admiración ciega y, en apariencia, innata, hacia la Teniente Ripley? ¿Sería ese el sentido de los pósters de la chica de Ghost in de Shell por toda la habitación y no simple y sano onanismo?

¿Qué hacer ante una cosa así? Si nuestro pejota se ve a si mismo como una mujercita en apariencia frágil pero despiadada… nos asalta la madre de todas las dudas: ¿cómo nos ve a nosotras?

Empezamos a pensar que si su alter ego era una estupenda mujerona negrata con pistola, el nuestro debía ser… Dios… ¡Samuel L. Jackson!


Tras del shock inicial, buscamos en Google razonables respuestas a esas preguntas, obviando páginas de Psicoanálisis. Sabíamos que lo que íbamos a encontrar no nos iba a gustar, pero ya nada nos frenaba. Descubrimos entonces, en foros de rol, que al parecer esa era una práctica muy extendida entre el rolero medio. Podían llevar pejotas de diferente género. Por lo general, esos personajes eran siempre mujeres jóvenes, con sobresaliente en carisma, seducción, mentir y armas arrojadizas. Se dan en cualquier ambientación: elfas o semielfas en fantasía, tapadas en Alatriste, guapísimas y exuberantes mutantes en ciencia ficción, magníficas valkirias en Conan, jóvenes hechiceras con poderes sobrenaturales o aprendices jedis de color azul pitufo. Todos los roleros han ostentado un pejota femenino en su vida. Es más, sin pudor alguno, se seducen entre ellos, interpretan íntimos encuentros e incluso, hemos leído, que ha habido sexo en algunas partidas de rol. ¡Qué escándalo! La piel se nos eriza. Una imagen agónica se apropia de nuestros cerebelos… dos hombretones con sus pelos en el mentón y su camiseta heavy metal interpretando una tirada de seducción. Eso es algo impensable, todo el mundo sabe que el rolero medio no seduce, tira dados y pifia directamente.

¿Realidad o ficción? Como diría nuestro amigo Friker Jiménez… hay cosas que es mejor no saber.